viernes, 27 de junio de 2008

Mirad más allá de donde no se ve. Relato rosa erótico-festivo en fascículos por Petulancia Clerks

Capítulo uno.
Domingo y Dominique

La camisa le llegaba al pecho, era un verano triste de color rosa nublado, el viento levantaba su camisa y despeinaba su pelo, el viento enseñaba a bailar a su pelo un wals que fue avistado de lejos, unos ojos clandestinos
de mirar de maleza se escondían en la profundidad de un azul miraban a Domingo, su torso dibujaba música en el aire para que al muchacho le bailara el pelo lacio y moreno con el viento y para que esos ojos se acercaran.

-tu nombre.- dijo domingo.
-Dominique.- dijeron los dos ojos azules a la par por la boca.

Dominique salió corriendo hacia la duna, y Domingo salió corriendo detrás de ella a la duna, detrás de las rocas, donde a Domingo le bailaba el aire, detrás entre
rocas y mas rocas... Donde no ve nadie.

II

Entre las dunas el viento no molestaba, entre las dunas los únicos ojos profundos que se veían eran los de Dominique, clavados en el sexo de Domingo, profundos como el sexo de Domingo en su sexo, y los ojos pasajeros de las Gaviotas. Domingo la tenía bien clavada en Dominique, alegoría de la dulzura, la miel le resbalaba por la comisura del labio cuando en un espamo saltó a la arena, y eran ya kilómetros de sexo la arena, cada grano estaba húmedo y Dominique dijo: Cómete la arena.

Domingo se puso de rodillas clavando su sexo, que estaba tan duro que hacía daño al moverse, sobre la arena, y empezó a limpiar las ingles de Dominique de arena con la lengua, escupía, pasaba la lengua por la entrada jugosa de Dominique, quitando la arena, escupía. Dominique se ponía más caliente al verlo limpiando con ese ansia de gato, y el mar se confundía con su sexo, ya Domingo no sabía donde empezaba el Mediterraneo o acababa el sexo de Dominique.

III

Monsieur Vache azotaba a su esposa dando órdenes secas y tajantes a su criada, una hermosa mujer de Tanger, única en Tanger y en el mundo, que sostenía la fusta de un caballo y respondía, seca y tajantemente, a cada orden con un azote como obedece un perro para la caza o un Milano en el arte de la cetrería. Arte que Monsieur Vache practicaba cuando no estaba azotando a su esposa o dejando caer las lluvias rubias de sus esclavas sobre su cara; cuando no llevaba a casa a un gruo de ricachones despreocupados de todo para bañar a Samira, así se llamaba la tangerina, de leche blanca burguesa.

El pantalón de Louis Vache, o "Lou" como lo llamaba Samira cuando quería algun favor especial, iba a acabar rajándose por algún lado. Lou pidió a Samira que dejara de azotar a su mujer y le metiera un dedo bien dentro del culo. Obedeció, y su mujer pegó un grito de rabia y placer en el aire, que se escuchó en todo el cortijo; Lou sacó su polla burguesa, polla bieneducada,
bien gorda y bien grande, y empezó a rozarla con su mano, masturbando despacio mientras Samira seguía con el dedo en la llaga. Vaches bufó como un toro levantándose de la silla desde la que daba sus órdenes, se acercó a sus mujeres y apartó con el pie a Samira para meter su polla en el culo de su esposa.

Mucha polla, muy bieneducada, Vaches... Pero cuando tocaba algo de carne se corría, siempre fui así. Estalló dentro del culo de su mujer y la llenó de semen salió de la habitación dejando a Samira limpiándolo todo con la lengua.

Lo de ser eyaculador precoz le había dejado un bonito apodo, que una mañana de café le pusieron su hija Dominique y su criada Samira en la cocina, mientras se besaban y comentaban lo hijo de puta y diabólico que era Monsieur Vache; "el filetero".

2 comentarios:

Amarcord dijo...

no podía imaginar que un relato rosa me colocase tal erección en los pantalones..

muy, muy bueno.

mordiscos

Pajaro Azul dijo...

esta muy bueno,, ers de las islas canarias? te dejo mi blog para que lo veas y si te gsuta lo pases como yo con este http://comomorirsindolor.blogspot.com/